Los índices de contaminación crecientes por una mala calidad del aire, los altos índices de obesidad en adultos y niños, la diabetes, el estrés, el tráfico, el consumo excesivo en centros comerciales, la falta de lugares verdes y la basura en las calles se han convertido en temas que forman un día común en la Ciudad de México, donde la calidad de vida personal ya está nublada por un sistema que en teoría construimos para vivir mejor, pero que nos destruye cada vez mas.
El análisis crítico de todas las figuras de nuestra sociedad se señalan muy bien los problemas, el sistema entonces se vuelve autocrítico y en esta facultad de juez y parte se fortalece su perversidad. ¿Cómo transformarnos en algo sano nuevamente?
El análisis diario ya excedió por mucho la práctica de sus propuestas, parece demasiado, nos ahoga.
Nos despertamos y antes de tomar el teléfono o ver algún medio, el sentido común nos grita:
Come sano
Compra local
Cuídate
Cuida tu entorno
Consume, sí, pero menos
Ama tu ciudad y ella te amará
Haz lo contrario
Entonces, tomamos el teléfono o prendemos la tele o la radio y escuchamos quién es el responsable, así trasladamos nuestra responsabilidad al otro, seguimos en el mismo punto otra vez.
Mañana hazle caso a este grito, no escuches más lo que ya sabes de los medios, no caigas en la repetición, por lo menos no antes de accionar en algo.
En nuestro sistema capitalista, una solución lógica es que las empresas, comunidades y asociaciones se empiecen a preocupar por las redes, por el colectivo, por encima del individuo y su satisfacción directa, que haya un cambio de mentalidad de consumo en donde el producto no sea para un bien individual sino colectivo, donde satisfacer una necesidad creada o impuesta se diluya en el bienestar común y cambiemos la pregunta de ¿lo necesito? por ¿lo necesitamos?
No habrá un protagonista que lo haga y cambie todo, se está haciendo de forma acentuada, de forma orgánica está sucediendo, los que lo hacemos solo llegamos al hartazgo y nos movemos. Los índices antes mencionados son solo un síntoma de nuestra forma perversa de vender y comprar. Cambia ya tu forma de consumir, si no quieres consumirte antes tú.
Diría Jesús Reyes Heroles, la forma es fondo.