Sobre los alimentos transgénicos, "lo que importa es el producto final y no el proceso".

La FDA ha contestado a una petición realizada por el Center for Food Safety sobre el etiquetado de los alimentos modificados genéticamente, la agencia responde que sobre los alimentos transgénicos, lo que importa es el producto final y no el proceso con el que se han desarrollado. Comenta además que un alimento modificado genéticamente es seguro cuando es significativamente equivalente en composición y características nutricionales a un alimento tradicional.

La FDA explica que según la política actual en esta materia establecida en el año 1992, las empresas alimentarias están obligadas a incluir la información en una etiqueta cuando un alimento pueda contener determinados alérgenos, componentes tóxicos o niveles más elevados de determinados nutrientes. Si un alimento deriva de una variedad vegetal y este difiere de su homólogo tradicional, es obligado integrar la información en la etiqueta alimentaria, algo que no procede en los alimentos modificados genéticamente y la razón ya la hemos argumentado, el principio de equivalencia.

La agencia se ha tomado la molestia de redactar este amplio documento en respuesta a la petición, destacando especialmente que la petición realizada no aporta pruebas de peso que puedan demostrar que los alimentos que se obtienen a partir de los cultivos transgénicos sean diferentes a sus homólogos tradicionales, tampoco se aportan pruebas que demuestren que los alimentos transgénicos puedan suscitar más preocupación en relación a la seguridad que los alimentos obtenidos a partir del fitomejoramiento tradicional. Por otro lado, la agencia explica que los sistemas convencionales para el desarrollo de nuevos alimentos tienen sus inconvenientes, cita como ejemplo el desarrollo de la patata Lenape, una variedad que tenía un elevado nivel de solanina, un glucoalcaloide tóxico que muchas variedades de plantas utilizan como sistema defensivo para protegerse de insectos, enfermedades y otros depredadores.

Con este ejemplo la agencia quiere reforzar el mensaje de que lo importante a la hora de desarrollar una nueva variedad alimentaria es el producto final, no el proceso con el que se ha obtenido, poniendo al mismo nivel la modificación genética y el fitomejoramiento tradicional. El caso de la patata Lenape es un ejemplo que demuestra que son las características del producto lo que realmente importa y que la tecnología utilizada para el desarrollo no es determinante en la seguridad que ofrece un alimento.

Con esta explicación lo que hace la FDA es respaldar la denominada Ley Oscura del etiquetado transgénico (Dark Act), las empresas no tendrán que dar a conocer que están utilizando ingredientes modificados genéticamente para elaborar sus productos si éstos cumplen el principio de equivalencia citado. Por otro lado, se puede decir que no tiene sentido que la agencia haya pedido los comentarios a la población sobre el uso del término “natural” en los alimentos, recordemos que se pide no utilizarlo en los alimentos que contienen materias primas transgénicas. Dado lo explicado anteriormente, parece que esta solicitud realizada hace unos días y de la que hablábamos aquí, sea un simple paripé para acallar algunas voces.

La Food and Drug Administration es consciente de que muchos consumidores y organizaciones piden el etiquetado transgénico, pero considera que el interés del consumidor o de estas organizaciones no es motivo de peso para que se ponga en marcha un etiquetado obligatorio de los alimentos modificados genéticamente, ya que es una exigencia que no tiene una base sólida y por tanto no puede obligar a las empresas alimentarias a que identifiquen en las etiquetas alimentarias los productos elaborados con transgénicos.

Sobre las cuestiones ambientales, la FDA contesta al Director Ejecutivo del Center for Food Safety diciéndole que no ha proporcionado ninguna información que apoye las afirmaciones de que los cultivos transgénicos provocan impactos ambientales adversos, parece que la FDA obvia que se puede citar la resistencia generada por los insectos a los alimentos modificados genéticamente. De hecho, la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos dispuso una serie de reglas para frenar dicha resistencia, como por ejemplo la creación de refugios para los insectos, es decir, los agricultores deben cultivar en un campo transgénico alimentos tradicionales a modo de comederos para los insectos, de ello hablábamos aquí. Esto se podría considerar un impacto ambiental.

Sobre el hecho de que la FDA depende de los datos de seguridad aportados por quienes desarrollan los nuevos alimentos para su evaluación, en vez de llevar a cabo una investigación independiente, la FDA comenta que esto no ocurre sólo con los alimentos modificados genéticamente, hace lo propio con ingredientes, aditivos u otros productos sin importar con qué método se han desarrollado. Esto sorprende, en realidad la agencia debería llevar a cabo investigaciones independientes como método más confiable para corroborar si los datos recibidos son correctos. La agencia justifica este proceder con el argumento de que estos estudios los realizan terceras personas y no la propia empresa, como queriendo decir que son estudios imparciales.

El Center for Food Safety está considerando todas las opciones legales a partir de la respuesta recibida a fin de intentar exigir que se ponga en marcha el etiquetado obligatorio de los alimentos modificados genéticamente, quizá sea un esfuerzo en balde si sale adelante la Ley Oscura o Dark Act. Podéis conocer todos los detalles de la respuesta de la FDA a través de este documento.

*Fuente: www.gastronomiaycia.com

 

 

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